lunes, octubre 23, 2006
Mayalde en Chamberí, Salamanca.
El “concierto-teatro-circo” tuvo lugar en un pequeño salón de actos de un barrio transtormesino de Salamanca. El aforo ideal para una misa de pueblo. Llegamos un poco tarde como casi siempre. Eusebio estaba realizando uno de sus números circenses; consigue que una moneda de cinco duros ruede y ruede por las paredes de un baño de barro. A continuación se suceden varios monólogos que hilvanan canciones, coplas, brindis y más nuevo circo (aparecen entre los instrumentos musicales y teatrales una vieja alcuza usada como dulzaina-chirimía, una pipa de pata de liebre, un par de acordeones o un cesto de mimbre utilizado como caja de resonancia de un chelo).
Como nos ocurre con todo buen espectáculo circense, sentimos no poder describir la atmósfera más allá de algún dato anecdótico: el trance al que llegan los niños de la posguerra y los de la Play; el jocoso diálogo con el público que llega a “interrumpir” al artista cómplice con el tarareo de Los pajaritos (Los milagros de San Antonio) o con un breve pero intenso solo de La Chana. Y qué decir de Las panaderas que dan título a nuestro blog…o de la eterna canción del verano, con coreografía incluida, que ¿cierra? el acto litúrgico.
Eusebio y Pilar, Mayalde (La Maya-Aldeatejada), llevan veinticinco años (ya algunos más, aunque quede menos publicitario) adoctrinando a su muy devota feligresía. Formamos parte de ella desde hace no menos de diez años. Les acompañamos, desde el anonimato, en festivales y actuaciones de diverso pelaje (de 50 espectadores a la Plaza Mayor de Salamanca a rebosar) que incluyen un encuentro fortuito en las fiestas de Salamanca (Eusebio llevaba su caldero al hombro e invitaba a cantar a la corrobla que les acompañaba).
Como buenos titiriteros, han convertido a su credo a sus hijos que se integran armoniosamente en su enzeusiasmo (ved el maravilloso libreto de su último disco, Camino de la Plata) y en el nuestro.
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