Suso Vaamonde, Xose Luis Romero y Pedro Lamas
Leilía.
La casa regional de Galicia en Fuenlabrada organizaba, con la colaboración de la de Móstoles, una muestra de música folk gallega en el fabuloso auditorio Josep Carreras. Nos enteramos del espectáculo por pura casualidad-curiosidad. Aprovechamos un viaje a Madrid cuya finalidad central era muy distinta y después de recorrer con suerte y tino la M-30 llegamos al sur de Madrid, tuvimos que localizar la citada casa regional para recoger las localidades y, con un poco de ayuda de unos amables vecinos de Fuenlabrada, encontrar el mencionado Auditorio. Aún con algo de fortuna llegamos tarde a la fila 1 del teatro, nuevamente reservada a los tardíos, ya había comenzado el concierto y avanzamos debidamente guiados hasta nuestra localidad. El teatro está provisto de foso por lo que la denostada fila uno es un estupendo palco desde el que se ve el escenario a una distancia muy adecuada.
Después de este atribulado preámbulo no nos acabábamos de creer que por fin íbamos a ver en directo a Leilía. Este grupo de gallegas supone, junto a Faltriqueira o las impactantes Malvela, la recuperación y consolidación de la pandereta y el canto en el ámbito gallego frente a la abrumadora presencia inicial de la música instrumental.
Antes del grupo estelar actuó un trío, antes dúo, de buenos instrumentistas (acordeón, gaita y clarinete) con una puesta de escena muy destacable. Los arreglos en clave de jazz son acertados y contenidos. Tienen muchas tablas sobre el escenario; generan un ambiente muy agradable propiciado por historias, evocaciones, chistes y chascarrillos contados con gracia y naturalidad. Encajan estupendamente en espacios cerrados y nos agradará volverles a encontrar en nuestro caminar folk.
Las Leilía, conocidas por todos, se presentaban acompañadas por su grupo. Según intuimos, mezclan en este muy rodado directo los otros formatos que utilizan en sus actuaciones (canciones en las que sólo se acompañan de sus panderetas e historias contadas en clave tradicional). Estuvieron simpáticas y animosas pero nos apetece mucho verlas en su ambiente natural porque aunque el público estuvo entregado quizás faltó un poco de interacción. Cantar con micrófono inalámbrico provoca algunos problemas técnicos pero permite más naturalidad en el escenario que aprovechan para mostrarse cercanas e incluso esbozar alguna coreografía. En resumen, seguiremos enganchados a este grupo y volveremos a verlas en vivo en Galicia si los hados, el tiempo y la economía lo permiten.
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